Palabras de espiritualidad

El cuidado de lo que puedan ver nuestros ojos

    • Foto: Bogdan Zamfirescu

      Foto: Bogdan Zamfirescu

No hay sino una sola ley para toda la labor del alma, y esta es la búsqueda de la verdad, que siempre está unida con la felicidad espiritual y celestial.

El primero de los sentidos exteriores es el de la vista. Sobre su actividad, ya sea de acuerdo o en contra de la ley de Dios, y, en consecuencia, beneficiosa o perjudicial para el alma, nuestro Señor dice:Todo el que mira a una mujer con mal deseo, ya ha cometido con ella adulterio en su corazón” (Mateo 5, 28). Luego, cuando infringimos la ley de Dios con el sentido de la vista, nos apartamos del Señor y nos vemos en peligro de perder la felicidad eterna. Cuando vio a la bella Pelagia (una joven pecadora), el obispo Nono se echó a llorar, convencido de cuidar de su propia alma menos que Pelagia de la belleza de su cuerpo.

Este es uno de los mejores ejemplos de la actividad de la vista en conformidad con la ley moral, completamente distinta al actuar de la mujer de Putifar, quien no pudo evitar sentirse atraída por la beldad de José. La búsqueda de la luz y la verdad disipa las tinieblas de la impureza. No hay sino una sola ley para toda la labor del alma, y esta es la búsqueda de la verdad, que siempre está unida con la felicidad espiritual y celestial. Esta ley se relaciona, en particular, con cada una de las facultades del alma. También por eso es que representa el cimiento de la actividad de todos los sentidos. En el mundo que está más allá del sepulcro, la vista exterior y la vista interior se saciarán infinitamente, contemplando el esplendor del Paraíso. Poder admirar eternamente el rostro de Dios, a los santos ángeles, a los beatos y a todos los santos, así como a aquellos que durante nuestra vida terrenal amamos con el corazón, con quienes nos sentíamos unidos en el sólido y eterno vínculo del amor… ¡todo eso será como un manantial inagotable para la vista de nuestra alma!

Sabiendo que el mal se quiso entremezclar con el bien desde la caída de nuestros protopadres en el Paraíso, estamos obligados a cuidar nuestros sentidos, especialmente la vista, de las cosas, los hechos y todo aquello que contenga un mortal veneno para el alma. Es decir que tenemos que apartar nuestra mirada de todo lo que pueda inducirnos a pecar (Mateo 18).

(Traducido de: Părintele MitrofanViața repausaților noștri și viața noastră după moarte, Editura Credința strămoșească, Petru Vodă – Neamț, 2010, pp. 339-340)