El deber cristiano de dar
Aunque llegaras a repartir una gran fortuna entre los demás, no dejes de practicar la caridad mientras haya personas necesitadas.
De las manos de Cristo nadie puede arrebatar nada; en cambio, lo que hay en las manos del hombre fácilmente puede perderse. Por eso, entrégale a Él tu dinero, para que te lo devuelva en aquel tiempo en que ya no habrá ricos ni pobres, fuertes ni débiles, acreedores ni deudores. Dale tu dinero a Cristo, porque es Suyo, no tuyo. Entrégaselo a Cristo, pues hay más dicha en dar que en recibir (Hechos 20, 35).
“Ya he dado”, podrías decir. Muy bien. Pero nunca dejes de dar, aunque sea un poco, a quienes nada tienen. Aunque llegaras a repartir una gran fortuna entre los demás, no dejes de practicar la caridad mientras haya personas necesitadas.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Editura Egumenița, Galați, 2007, p. 288)
