El desconcierto que nos perjudica
Es nuestra obligación buscar la forma de librarnos de los pensamientos que nos aturden al respecto de la bondad y omnipotencia de Dios, porque con nuestra preocupación exagerada y nuestro temor no podemos hacer nada.
La turbación, a pesar de sus causas aparentemente buenas, es la tentación más perniciosa para el alma; por esta razón, debemos considerar incorrectas y falsas las causas y motivos que nos la provocan.
Si nuestro Bondadoso Dios se preocupa de nuestro beneficio espiritual y nuestra salvación más que nosotros mismos, es nuestra obligación buscar la forma de librarnos de los pensamientos que nos aturden al respecto de Su bondad y omnipotencia, porque con nuestra preocupación exagerada y nuestro temor no podemos hacer nada. Viviremos el tiempo que nos conceda Aquel que es el Dador de vida, Quien quita la vida y resucita, hiere y sana, y todo lo dispone con Su sabiduría, siguiendo un único bien, a favor de lo que es beneficioso y salvador.
No debemos olvidar aquellas palabras evangélicas: “Ay de nosotros cuando todos hablen bien de nosotros”.
(Traducido de: Sfântul Ambrozie de la Optina, Sfaturi pentru familia creștină, Editura Platytera, pp. 131-132)