El dolor por nuestro prójimo
El Señor ama ver que, cuando oramos, derramamos lágrimas de amor (por nuestros semejantes), y nos escucha con clemencia.
El alma a la que le gusta condenar a los demás, o es desobediente, o desenfrenada, o ha renunciado al arrepentimiento, no es capaz de escapar de las trampas de los demonios y librarse de los malos pensamientos. No obstante, si llora por todos sus pecados y aprende a amar a su hermano, el Señor le otorgará lágrimas por el mundo entero. "¡Señor, dame lágrimas para que mi alma pueda llorar de amor por mi hermano, día y noche!". Y, así, el Señor escucha esa oración y le otorga al alma el don del llanto. El Señor ama ver que, cuando oramos, derramamos lágrimas de amor (por nuestros semejantes), y nos escucha con clemencia.
(Traducido de. Sf. Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii și iadul smerenie, Editura Deisis, p. 249)