Palabras de espiritualidad

El don de Dios que tenemos que perfeccionar en nosotros

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

En la creación primigenia se nos concedió nacer a imagen de Dios; no obstante, con nuestro libre albedrío se forja en nosotros la existencia a semejanza de Él.

¿Cuál es la diferencia entre la “imagen” y la “semejanza” de Dios en el hombre? Los Santos Padres nos explican cómo la “imagen” se nos ha dado plenamente y no puede perderse. Sin embargo, la “semejanza” se nos dio desde el principio solamente de forma potencial, latente, de manera que el hombre se ocupe en llevarla a la perfección.

San Basilio nos enseña: «“Hagamos el hombre a nuestra imagen y semejanza”. Lo primero lo tenemos desde la creación, y lo otro lo adquirimos con nuestro libre albedrío. En la creación primigenia se nos concedió nacer a imagen de Dios; no obstante, con nuestro libre albedrío se forja en nosotros la existencia a semejanza de Él... [...] Dios nos concedió ese don: ¿en qué te habrías distinguido, si también te hubiera creado a semejanza Suya? ¿Por qué habría de coronarte? Si el Creador te hubiera concedido todo eso. ¿cómo se te podría abrir el Reino de los Cielos? Luego, lo correcto era darte solamente una parte, dejando la otra inconclusa, precisamente para que tú mismo la completaras y, con esto, te hicieras digno de la recompensa que viene de Dios».

(Traducido de: Ieromonahul Serafim RoseCartea facerii, crearea lumii noi și întâiul om: perspectiva creștin-ortodoxă, traducere de Constantin Făgețan, Ed. a 2-a, rev., Editura Sophia, București, 2011, pp. 97-98)