Palabras de espiritualidad

El don de la oración pura

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

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Cuando crees que todo proviene de ti mismo, de tus propias capacidades y fuerzas, no piensas correctamente, no actúas correctamente y tampoco ves ni entiendes correctamente la verdad de las cosas. Lo que sí depende de ti es el intento de tener una actitud correcta ante Dios.

La oración pura, como la fe, es un don de Dios. Dice el Santo Apóstol Pablo que Dios nos da todo según sea nuestra fe, y agrega: “y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios” (Efesios 2,8).

Cuando crees que todo proviene de ti mismo, de tus propias capacidades y fuerzas, no piensas correctamente, no actúas correctamente y tampoco ves ni entiendes correctamente la verdad de las cosas. Lo que sí depende de ti es el intento de tener una actitud correcta ante Dios. Que Dios vea que lo buscas, que quieres creer, que deseas vivir en la fe. Pero todo esto viene como don de Dios.

Así pues, la fe es un don de Dios. Dones de Dios son las virtudes, las buenas acciones que obramos. Don de Dios es también la oración pura. ¡Son dones de Dios! No sé por qué hay quienes se intranquilizan, se perturban, argumentando que no pueden orar. Intentan orar, pero su oración no es pura. Es decir que no se pueden concentrar, porque les vienen toda clase de pensamientos e imágenes, y dudan. ¿Por qué dudas? Si así es el hombre, un pecador, con sus situaciones y sus faltas, ¿cómo podría orar puramente?

(Traducido de: Arhimandrit Simeon Kraiopoulos, Taina mântuirii, Editura Bizantină, Bucureşti, pp. 234-235)

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