El don de tener a la Santísima Virgen María como Madre nuestra
Ante ella, todos se quedan sin palabras: los ángeles, los arcángeles, los principiantes, los soberanos, los tronos, los señores, los querubines, los serafines y todas las legiones celestiales.
¿Cómo podría atreverme a hablar de la Madre de Dios, en la medida de mis posibilidades? Soy un ser débil, un ser sin voz y sin palabras ante ella, tan grande y tan santa, la Santísima Virgen María, la Madre del Señor, de la cual la lengua de los hombres no puede hablar con tanta facilidad? Ciertamente, ante ella todos se quedan sin palabras: los ángeles, los arcángeles, los principiantes, los soberanos, los tronos, los señores, los querubines, los serafines y todas las legiones celestiales, quienes se ven inundados por un profundo temor y estremecimiento. Porque lograron ver, aquí en la tierra, en su interior, a Aquel que mora en los Cielos y se sobrecogieron. Vieron a la Virgen como trono y como cielo, y el temor los vino a llenar, porque pudieron ver al que es Eterno yendo desde Su trono celestial al vientre de María.
(Traducido de: Sfântul Epifanie al Salaminei, Omilie la Sfânta Născătoare de Dumnezeu, București, 2012, pp. 107-108)