El don que Dios envía a los humildes
“Si no hay humildad en tu corazón, hermano, lo que hay ahí es soberbia”. ¡Y es que Dios nos pide tan poco para heredar Su Reino!... ¡Humildad, humildad, y más humildad!
¿Cómo podemos adquirir el don de la humildad y de las lágrimas al orar?
—La humildad no puede venir sola, sin que tu, en el devenir espiritual de tu vida, pienses que no puedes hacer nada sin el don de Dios. El Señor dice: “¡Sin Mí no podéis hacer nada!”. El canon 124 de Cartagena dice: “Y si, a pesar de todo, hay alguien que diga que es capaz de hacer algo sin Cristo, será anatemizado”.
¿O es que no sabías, hermano, que, si eres soberbio y orgulloso, te verás privado del auxilio de Dios? Porque dice: “Dios se opone a los orgullosos, y a los humildes les da Su don”. Luego, piensa que sin la Gracia de Dios no eres sino polvo y ceniza. Y si crees que Dios seguirá siendo paciente contigo para siempre, tal como lo ha hecho hasta ahora, recuerda que en verdad Su paciencia es infinita, pero esta tampoco le impide actuar.
Procura, en el tiempo de esta vida —que es el único con el que cuentas—, con tu devoción y con tu deseo de llegar al Cielo con los ángeles, humillarte, porque solamente así les darás valor a estas bellezas que has obtenido, para que tales riquezas espirituales no representen tu perdición en el fuego. Recuerda, hermano, que, si piensas que Dios puede venir a llevarte en cualquier momento, tu misma mente te enseñará lo que debes hacer, sabiendo que “ahí en donde te encuentre Cristo, ahí mismo te juzgará”.
¡Sin humildad no hay ninguna esperanza de salvación! Y “si no hay humildad en tu corazón, hermano, lo que hay ahí es soberbia”. ¡Y es que Dios nos pide tan poco para heredar Su Reino!... ¡Humildad, humildad, y más humildad!
(Traducido de: Ne vorbește Părintele Arsenie, volumul 1, ediția a doua, Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători-Neamț, 2010, p. 16-17)