El don que ensancha el corazón
Cuando seguimos la Senda del Señor y aprendemos a “rebajarnos”, nos hacemos partícipes de Su Gracia.
Zaqueo, siguiendo el Camino del Señor, lo encontró a Él Mismo como acompañante, como convidado en su casa, y su corazón se ensanchó, abarcando a todos los demás. Del mismo modo, nosotros, cuando seguimos la Senda del Señor y aprendemos a “rebajarnos”, nos hacemos partícipes de Su Gracia. Esta Gracia hace grande nuestro corazón, y nos lleva a ver nuestro verdadero propósito: asemejarnos al Nuevo Adán —Cristo— y llevar en nuestro corazón a la humanidad entera.
Así pues, quien siga la Senda del Señor recibirá, por la fuerza de la Cruz y de Su Resurrección, el don de ensanchar su corazón, haciéndolo universal. Por esta razón es que San Pablo instaba a los corintios: “¡Ensanchad también vuestros corazones, hermanos!” (II Corintios 6, 13).
(Traducido de. Arhimandritul Zaharia Zaharou, Lărgiți și voi inimile voastre!, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2009, p. 254)