Por medio del ejemplo de la oración fervorosa e incesante de los padres, crece también la de los hijos Sólo así, con su ejemplo de vida, los padres enseñan a los hijos a actuar bien, a ser humildes, a ser mansos, pacientes y austeros. Estas son las condiciones con las que, debido a la ley de la imitación, puede crecer en nuestro hijo “la belleza que no se pierde, es decir, un espíritu suave y tranquilo " (I Pedro 3, 4).

El Señor dijo, “El Consolador, el Espíritu Santo que enviará el Padre en Mi nombre. Él les enseñará todo“ (Juan 14, 26).

Y sólo si los padres se preocupan por purificar sus propios corazones y adquirir el Espíritu de Dios, Éste los hará sabios y los guiará en la educación de sus hijos, llevándolos a la salvación, juntos.

(Traducido de: Nikolaj Evgrafovich Pestov, Cum să ne creștem copiii: calea spre desăvârșita bucurie, traducere din limba rusă de Lucia Ciornea, Editura Sophia, București, 2005, p. 65)