Palabras de espiritualidad

El ejemplo de San Juan Bautista

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

En tanto Juan no habló de la persona de Herodes, este le guardó respeto y hasta lo encomió. Sin embargo, cuando la palabra de la verdad divina, la palabra de fuego y de justa condenación alcanzó su vida de desenfreno, Herodes se volvió enemigo del enviado de Dios.

San Juan el Bautista es aquel del cual Cristo Mismo dijo que era “el cirio que arde y alumbra” (Juan 5, 35) y que habría de sufrir el encierro por la verdad. Este fiel y puro testigo de Dios, enfureció, con su sinceridad y con su forma dura y directa de condenar el pecado, al rey, quien vivía en la depravación. Entonces, este lo privó de su libertad y ordenó que arrojaran al calabozo a aquel a quien antes había escuchado con atención y buena disposición. Sí, en tanto Juan no habló de la persona de Herodes, este le guardó respeto y hasta lo encomió. Sin embargo, cuando la palabra de la verdad divina, la palabra de fuego y de justa condenación alcanzó su vida de desenfreno, Herodes se volvió enemigo del enviado de Dios.

Hoy en día sucede lo mismo: las personas honran la palabra de Dios, en tanto esta no revele sus pecados. Pero cuando el alma pecadora se sienta evidenciada, rechazando arrepentirse y enmendarse, se rebelará y rechazará el Santo Evangelio, que la sacó de su aparente reconciliación consigo misma, y no aceptará volver a sometérsele.

(Traducido de: Fiecare zi, un dar al lui Dumnezeu: 366 cuvinte de folos pentru toate zilele anului, Editura Sophia, p. 8)

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