Palabras de espiritualidad

El ejemplo del valor de San Juan el Bautista

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Callamos ante el pecado, y con esto pecamos nosotros también, porque permitimos que todas esas perversidades sigan multiplicándose a nuestro alrededor.

¡Acordémonos de San Juan el Bautista, quien se opuso férreamente a la iniquidad! En vez de permanecer en el desierto, ahí donde era su lugar y en donde desarrollaba su labor, fue a buscar a Herodes, y le dijo: “¡Vives en la ignominia! ¿No te das cuenta de ello?”. Nosotros no podemos hacer lo mismo. Ni siquiera con quienes viven con nosotros, con nuestra familia. Muchas veces dejamos que ocurran cosas que sabemos perfectamente que no cuentan con la bendición de Dios.

Tendría que entristecernos el hecho de carecer del mismo valor que San Juan el Bautista. Tendría que entristecernos nuestra tolerancia con lo que está mal, porque usualmente participamos de toda clase de vilezas que se cometen en nuestro entorno. Tendríamos que entristecernos por no tener el coraje de oponernos al mal ni de llamarlo por su nombre, Nos hemos acostumbrado a callar, con tal de resguardar nuestro bienestar y para no provocar la animadversión de otros. Callamos ante el pecado, y con esto pecamos nosotros también, porque permitimos que todas esas perversidades sigan multiplicándose a nuestro alrededor.

San Juan el Bautista no lo hizo. Él no calló. Y si en verdad participamos con dolor de la conmemoración de su Decapitación, tendríamos que entristecernos también porque a nosotros nunca nos cortarán la cabeza por haber pecado ni por haber permitido tanta injusticia y oprobio a nuestro alrededor, con tal de que no nos quitaran la cabeza.

Oremos para que nuestro Buen Dios nos conceda la suficiente fuerza espiritual para poder oponernos al pecado, en cualquier tiempo y lugar, y poder imitar a San Juan el Bautista… aunque por esto nos corten la cabeza.

(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniți de luați bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, p. 17)