Para una futura madre, la Santa Eucaristía es un alimento espiritual que manifiesta sus efectos en todo su ser, así como en el niño que lleva en su vientre. La Eucaristía fortalece espiritual y físicamente a la mujer embarazada, mientras más pura y digna sea de ello. Al mismo tiempo, el bebé es alimentado espiritualmente.

Por eso es que la Iglesia les recomienda a las mujeres encintas que comulguen con frecuencia, en pos de su propia salud y el mejor desarrollo físico y espiritual de los bebés que esperan.

(Traducido de: Pr. prof. dr. Ioan C. Teşu, Familia contemporană, între ideal şi criză, Editura Doxologia, Iaşi, 2011, p. 194)