El entendimiento entre el hombre y los animales
Tal como nosotros le pedimos a Dios que nos auxilie, los animales le piden su ayuda al hombre.
Los pobres animales tienen al hombre como si fuera su dios. Tal como nosotros le pedimos a Dios que nos auxilie, los animales le piden su ayuda al hombre.
En el Santo Monte Athos escuché que el anciano Teofilacto de la Nueva Skete tenía una gran amistad con los animales salvajes. Estos sentían su amor y a menudo venían a su celda, especialmente cuando tenían alguna necesidad. Un día, un cervatillo que se había roto una pata vino a buscarlo, gimiendo de dolor. Cuando el padre abrió la puerta de la celda, al escuchar los lamentos del animalito, vio cómo este le tendía la pata rota, como queriendo mostrarle la causa de su dolor. El anciano monje sintió una gran compasión y, después de acariciar afectuosamente la cabeza del pequeño ciervo para darle ánimos, le trajo un poco de pan seco para que comiera; después cortó dos reglas de madera y se las ató a la pata rota, para asegurarla. Al terminar, le dijo al animalito. “¡Ahora puedes irte tranquilo a casa! ¡No olvides venir la próxima semana, para que te examine nuevamente esa pata!”. El buen stárets se entendió perfectamente con el cervatillo, del mismo modo en que un médico se entiende con su paciente, porque era, sin duda, un hombre de Dios.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești, Vol. V Patimi și virtuți, Editura Evanghelismos, București, 2007, pp. 233-234)