El Espíritu Santo y el amor de Cristo
El Espíritu de la vida, de la fuerza, de la sabiduría, de la verdad, de la oración, de la paz, de la alegría y del consuelo mora en aquellos que creen en Cristo.
El Espíritu Santo participa íntegramente del amor del Padre y el Hijo. El Espíritu Santo hizo posible el Nacimiento de Hijo, de una virgen célibe, María. Asimismo, el Espíritu Santo se mostró, con el aspecto de una paloma, cuando el Bautismo del Señor. De las aguas del Jordán, Jesús salió lleno del Espíritu Santo. Con el Espíritu Santo, Jesús expulsaba los demonios de los poseídos. El Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles en el Pentecostés. “Él ha sido manifestado en la carne, justificado en el Espíritu” (I Timoteo 3,16). “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios” (Romanos 8,14). El único pecado que no puede perdonarse es la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mateo 12,31). El Espíritu de la vida, de la fuerza, de la sabiduría, de la verdad, de la oración, de la paz, de la alegría y del consuelo mora en aquellos que creen en Cristo, cual templos Suyos, y continúa con el trabajo de Cristo, uniendo a todos los creyentes en un solo cuerpo santificado: la Iglesia, que es “columna y fundamento de la verdad” (I Timoteo 3,15). Y, sobre todo, “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Romanos 5, 5).
(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Casiana Învățătură Despre Iubirea În Hristos, Editura Ileana)