El estado de purificación interior que debemos alcanzar
Vivimos en un mundo de confusión, libertinaje y pecado. ¡Es una vergüenza reconocerte creyente, es anticuado ser moral! El hombre bautizado, para salvarse, debe vivir en el Espíritu Santo toda la vida.
Cuando se sentía mejor, Valeriu (Gafencu) hablaba bellamente y con mucha imspiración, deteniéndose especialmente en su tema preferido: la purificación interior y la unión con Cristo. Decía:
“Por medio del Bautismo recibimos la Gracia que purifica, y con la Crismación nos ataviamos con todos los dones del Espíritu Santo; sin embargo, ese bendito estado interior permanece estéril en nosotros, porque somos cristianos solamente de nombre. Vivimos en un mundo de confusión, libertinaje y pecado. ¡Es una vergüenza reconocerte creyente, es anticuado ser moral! El hombre bautizado, para salvarse, debe vivir en el Espíritu Santo toda la vida, pero esto es justamente lo que no hacemos. Creemos, sí, oramos, guardamos nuestra fe, pero para unirte con Cristo es necesario purificarte interiormente, por medio de la Confesión, y renovarte por completo con la Santa Comunión. Entonces, conscientes y con toda perseverancia, debemos unirnos con Cristo y hacernos portadores de Su santidad, Su poder, Su amor, Su luz y Su inmortalidad. Debemos enfrentar el pecado, cueste lo que cueste. Sólo así podremos nacer de nuevo. Esto es innegociable para el cristiano”.
(Traducido de: Ioan Ianolide, Întoarcerea la Hristos, Editura Christiana, București – 2006, p. 141)