La compunción de corazón proviene del temor de Dios, y este, a su vez, del recuerdo de la muerte y el Juicio Final. Luego, cada vez que empieces a orar, sea en casa o en la iglesia, renueva en tu interior el temor de Dios y la compunción de corazón. ¡Esmérate en mantener vivos esos sentimientos en tu corazón mientras estés orando, e incluso después de orar, hagas lo que hagas!

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Călăuzire către viața duhovnicească, Traducere de Preot Victor Manolache, Editura Egumenița, p. 65)