El Gran Canon, que fue compuesto por San Andrés Jerosolimitano, arzobispo de Creta —una de las personalidades más grandes y figura representativa de nuestra poesía eclesial— es uno de los más hermosos y conocidos himnos de la Iglesia. Se canta, por fragmentos, en los primeros cuatro días de la primera semana del Ayuno Mayor, y completo el miércoles de la quinta semana del Ayuno. Este canon constituye una alarma, un sonido de corneta que busca hacer que el hombre sea consciente de su estado de pecador y llevarle, por medio de la tristeza y el arrepentimiento, al lado de Dios.

(Traducido de: Simeon Koutsa, Mitropolit de Nea Smirna, Plânsul adamic, Canonul cel Mare al Sfântului Andrei Criteanul, Editura Doxologia, Iasi, 2012)