Palabras de espiritualidad

El hábito del pecado y sus consecuencias

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Debemos mantener nuestra conciencia sana, pura, impoluta, sensible, delicada y preparada para apartar inmediatemente cualquier intento del pecado

Hay algunos tan acostumbrados al pecado y con la conciencia tan pervertida, que han dejado de considerar pecado lo que es pecado, viéndolo como algo normal y de todas formas permitido, o creyendo que es cosa de astucia, destreza y coraje el engañar a los demás y utilizar sus errores en beneficio propio.

Debemos mantener nuestra conciencia sana, pura, impoluta, sensible, delicada y preparada para apartar inmediatemente cualquier intento del pecado, cual si se tratara de un veneno asesino, “porque el salario del pecado es la muerte (Romanos 6, 23). Sabemos que, en nuestros pérfidos tiempos, llenos de “libertades” otorgadas indebidamente e incorrectamente entendidas, hay quienes piensan que no es pecado matar a otro, cometer adulterio, robar, etc.

Mientras más se fortalece el hábito de pecar, más se debilita el deseo de obrar bien, de tal forma que cada vez resulta más difícil oponerse al pecado.

Entonces, debemos esforzarnos tanto en la virtud, que se convierta en una cualidad esencial en nosotros.

(Traducido de: Sfântul  Ioan de Kronstadt, Spicul viu. Gânduri despre calea mântuitoare, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2009, pp.89-90)