El hombre como ser personal
El alma comienza a transformar la materia en cuerpo ya desde la concepción de la persona. Desde ese momento, el hombre recibe de Dios el sello de una vida eterna, única; cada persona, abriéndose a la comunión eterna con Dios y con los demás, manifiesta a su manera la riqueza espiritual e infinita de Dios.
El hombre no es solamente cuerpo, ni solamente alma, ni la simple yuxtaposición de ambos elementos; el hombre es un ser unitario psicosomático, un ser personal, bello, creado por Dios “a Su imagen” (Génesis l, 27), Quien es eternamente vivo, personal y amoroso, El alma no está ningún momento sin el cuerpo, ni el cuerpo sin el alma. Cuerpo y alma no son contrarios por esencia, sino complementarios, aunque pueden llegar a oponerse. En el alma hay fuerzas formadoras del cuerpo desde la materia y que obran por medio suyo. El alma no empieza a existir sino junto con el cuerpo. Con sus fuerzas, el alma enaltece la materia, la eleva al nivel medio de la vida espiritual. El alma comienza a transformar la materia en cuerpo ya desde la concepción de la persona. Desde ese momento, el hombre recibe de Dios el sello de una vida eterna, única; cada persona, abriéndose a la comunión eterna con Dios y con los demás, manifiesta a su manera la riqueza espiritual e infinita de Dios. Pero, el alma no es la única personalizada, sino también el cuerpo, al cual el alma organiza y conduce desde el principio.
(Traducido de: Ieromonah Adrian Făgețeanu, Ieromonah Mihail Stanciu, De ce caută omul contemporan semne, minuni şi vindecări paranormale, Editura Sophia, p. 27)