Palabras de espiritualidad

El hombre no sube al Cielo por sus propias fuerzas, sino por el poder de Dios

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

A menudo hablamos sobre el Cielo, como lo hacemos en este momento, para decir que la oración es una peregrinación hacia él... y, con todo, ¡cuán difícil nos resulta entender qué es el Cielo!

A menudo hablamos sobre el Cielo, para decir que la oración es una peregrinación hacia él... y, con todo, ¡cuán difícil nos resulta entender lo que es el Cielo!

Si meditamos en la expresión “Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, subió al Cielo...”, podríamos pensar que el Cielo está en lo alto, arriba, sobre nosotros. Muchos concibieron el Cielo como una simple bóveda, aunque todos sabemos que Dios hizo el firmamento y la tierra y que, luego, adornó los cielos con sus grandes luminarias, el Sol y la Luna, al igual que las estrellas. Pero la verdad es sólo podemos empezar a comprender lo que es el Cielo, cuando entendemos que es Dios Quien nos lleva hacia él. El hombre no sube al Cielo por sus propias fuerzas, sino por el poder de Dios. Dios es Quien nos eleva más allá de nosotros mismos y nos lleva al Cielo, en donde creemos que están también los santos. Pero la verdad es que nadie sabe en dónde está el Cielo. San Simeón el Nuevo Teólogo dice que cada quien tiene su propia idea de lo que es el Cielo. Existe un Cielo en la infancia, otro en la edad adulta y uno para los ya ancianos. Cada uno lo concibe de forma distinta.

(Traducido de: Părintele Teofil Părăian, Rugăciunea, pelerinaj către cer, Editura Doxologia, Iași, 2013, p. 10)



 

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