Palabras de espiritualidad

El hombre piadoso

    • Foto: Oana Nechifor

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¿Ves, entonces, en qué consiste la piedad? Aunque no tengas dinero para darle a los otros, nada te impide ayudarlos con lo que puedas. ¡No es necesario dar de lo que tienes en tu bolsillo, sino de lo que hay en tu alma!

En una pequeña escuela rural, durante la clase de religión, un sacerdote les hablaba a sus alumnos sobre la piedad, como la primera virtud que debemos cultivar para salvarnos. Entonces, uno de los niños le preguntó:

"—Padre, pero yo que soy pobre y no tengo nada para dar... ¿cómo puedo ser piadoso con los demás? Si al menos tuviera dinero..."

"—Hijo, es que la piedad no es eso. Mira, te pongo un ejemplo. Ayer por la mañana, caminando por la calle, ví a tu mamá ayudando a una vecina, ya anciana, a cargar un poco de leña hasta su casa. Más tarde, cuando terminé con mis clases y me dirigía a la parroquia, volví a ver a tu mamá, orientando a un forastero que pasaba por el pueblo, y que había perdido su camino original. ¡Hasta le sirvió un vaso de agua fresca, viéndolo exhausto y polvoriento! También sé, porque me lo han contado, que otra vecina le deja confiado su bebé cuando debe salir del pueblo para ir a la ciudad. Además, me enteré que ayudó a dos personas a reconciliarse, luego de haber discutido ruidosamente en la calle. ¿Ves, entonces, en qué consiste la piedad? Aunque no tengas dinero para darle a los otros, nada te impide ayudarlos con lo que puedas. ¡No es necesario dar de lo que tienes en tu bolsillo, sino de lo que hay en tu alma!"

(Traducido de: Leon Magdan, Pilde ortodoxe și povestiri cu tâlc, Editura Mateiaș, București, 2006, p. 35)

 

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