Palabras de espiritualidad

El hombre y la imagen de Dios

  • Foto. Silviu Cluci

    Foto. Silviu Cluci

Translation and adaptation:

Si hay algo en lo que debemos creer, es que el hombre fue creado a imagen de Dios, y fue por ello que el Hijo de Dios se encarnó, para renovar Su Imagen.

¿Qué les podemos decir a quienes no creen en la vida después de la muerte?

—Hay personas llenas de dudas, sí, y, a decir verdad, muchos no creen en esa bendición, que nos fuera prometida también por los Santos Padres, porque el maligno ha conseguido humillar a la humanidad ante sus propios ojos. Sin embargo, estamos hablando de un verdadero honor… Si hay algo en lo que debemos creer, es que el hombre fue creado a imagen de Dios, y fue por ello que el Hijo de Dios se encarnó, para renovar Su Imagen. En los textos de los Santos Padres encontramos desarrollada esta idea.

¿Se pueden salvar los pecadores que no se hayan arrepentido?

—Esta es una terrible verdad: los pecadores que no se arrepientan, después de morir perderán cualquier posibilidad de cambiar para bien, lo cual significa que caerán presa de los tormentos eternos (el pecado no tiene cómo no atormentar). ¿Cómo se demuestra esto? ¿Hay alguien que no sepa lo difícil que es para el pecador apartarse, sin la Gracia de Dios, del camino que tanto ama, es decir, el del pecado, para entrar a la senda de la virtud? ¡

¡Qué profundo se enraiza el pecado en el alma del hombre, y cómo abarcan esas raíces a todo el ser humano, dándole al pecador su propio aspecto, quien luego ve las cosas de una forma distinta a como son en realidad, presentándosele bajo un aspecto totalmente atractivo!

Por eso, vemos que hay muchos pecadores que no piensan en su manipulación, que no se consideran a ellos mismos unos grandes pecadores, porque el amor a sí mismos y el orgullo los enceguecen; en el caso en que se crean pecadores, se abandonan a la diabólica desesperanza, que irradia una oscura profundidad en la mente y debilita las fuerzas del corazón.

(Traducido de: Sfântul Ioan de KronstadtCum ne mântuiește Dumnezeu, Editura Sophia, București, 2012, p. 11)