Palabras de espiritualidad

El llanto del egoísmo herido

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

El hombre llora de forma egoísta por su caída. Le duele que por descuido su imagen se haya rebajado ante los ojos de los demás; no llora por haber entristecido a Dios, y por eso sufre el doble.

Hay también lágrimas sin consuelo. Esas vienen del demonio. No son de arrepentimiento, sino de un egoísmo herido. Entonces el hombre llora de forma egoísta por su caída. Le duele que por descuido su imagen se haya rebajado ante los ojos de los demás; no llora por haber entristecido a Dios, y por eso sufre el doble.

En tiempos de guerra, un capitán —¡que Dios le ayude a arrepentirse!— capturó a un hombre de familia muy pobre, quien vivía con sus nueve hijos. Lo ató y lo arrojó al suelo, para después empezar a golpearlo sin piedad, simplemente porque no estaba de acuerdo con su ideología. Aquel hombre había sido, en algún pasado no muy lejano, un subordinado suyo. Y clamaba: “¡¿No sientes un poco de compasión por mí?! ¡Tengo nueve hijos! ¿Se te olvida que yo mismo te cargué sobre mi espalda, aquella vez que caíste herido? ¿Qué te he hecho para que me trates así?”. Algunos soldados, al ver que el capitán se ensañaba golpeando a aquel pobre hombre, le dijeron: “¿Qué te hizo? ¿Por qué no te apiadas de él? ¡Tiene una familia!”. En ese momento, el capitán se echó a llorar desconsoladamente… pero porque sintió que su orgullo había sido herido, cuando sus compañeros de armas le hicieron esas observaciones.

Pero era un llanto egoísta; era como el arrepentimiento de Judas. Este vendió a Cristo y después fue a buscar a los fariseos para decirles: “Me he equivocado”, pero estos le respondieron: “¿Qué dices, que te equivocaste?”. Entonces, Judas se sintió ofendido, se llenó de odio, arrojó las monedas y se fue a ahorcar. Todo eso lo hizo por egoísmo. Porque, si se hubiera arrepentido, habría corrido a donde estaba Cristo y, diciéndole: “¡Perdóname, Señor!”, se habría salvado.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovniceşti, Vol. III Nevoință duhovnicească, Editura Evanghelismos, București, 2003, pp. 178-179)

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