Palabras de espiritualidad

¡El lugar del Señor está en nuestro corazón!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Antes del Bautizo, el maligno ocupaba el corazón de la persona y trabajaba de adentro hacia afuera; con el Bautizo, el corazón es ocupado por el Señor Jesucristo y por la gracia de Dios, que obra de adentro hacia afuera. Por eso, el maligno intenta, ahora desde afuera, hacer caer al hombre.

El ascetismo tiene también como objetivo el bienestar general del hombre, no darle sólo unos brochazos superficiales, sino ganarse al hombre real interior; el ascetismo, en sus profundidades, se ocupa del corazón del hombre. Los Padres más avanzados consideraban, siguiendo las palabras del Santo Apóstol Pablo, que el corazón es el lugar de Dios. No se nos menciona que Dios descienda a la mente del hombre. Y, aunque se diga que la mente es el trono de Dios, el Trono de Dios, de hecho, es el corazón. Pero no en el sentido que, si abres un corazón, verás a Dios. No, porque Dios es invisible, pero nosotros sentimos, de alguna manera, Su presencia en el lugar de los sentimientos: el corazón. En el Bautizo, Dios entra en el corazón del hombre

En la Filocalia (volumen I), se nos presenta un escrito del Beato Diadoco de Fótice, en donde nos explica que, antes del Bautizo, el maligno ocupaba el corazón de la persona y trabajaba de adentro hacia afuera; con el Bautizo, el corazón es ocupado por el Señor Jesucristo y por la gracia de Dios, que obra de adentro hacia afuera. Por eso, el maligno intenta, ahora desde afuera, hacer caer al hombre. Recibiendo al Señor en su corazón, el hombre deviene en portador de Cristo. ¿Recuerdan a Cristóbal Colón, el descubridor de América? Su nombre era Cristóbal, Cristóforo, que significa portador de Cristo. Luego, existe este nombre. Así como Teóforo significa portador de Dios, así como Pneumádoro significa portador del Espíritu. Entonces, todo cristiano debe ser un cristóforo. ¿En dónde está Cristo? ¿Cuál es el lugar del Señor Jesucristo en la existencia humana? En primer lugar, y especialmente, en el corazón.

(Traducido de: Arhimandrit Teofil Părăian, Cum putem deveni mai buni – Mijloace de îmbunătăţire sufletească, Editura Agaton, p. 136-137)