El maligno no ama los corazones tranquilos
Pídanle al Señor y a Su Santísima Madre, y todo pasará. Pero no protesten ni se enojen, sino digan, “¡Me lo merezco!” y agreguen, “¡Perdona, Señor, mis pecados conscientes e inconscientes!”
- El maligno no ama los corazones tranquilos... por eso, busca la manera de robar la dulce paz del corazón. Pídanle al Señor y a Su Santísima Madre, y todo pasará. Pero no protesten ni se enojen, sino digan, “¡Me lo merezco!” y agreguen, “¡Perdona, Señor, mis pecados conscientes e inconscientes!”. El maligno los atormentará, entonces, sin sentido, porque Ustedes estarán transformando ese tormento, en uno por sus propios pecados, engañándolo, y haciendo de su arma el arma del sentimiento espiritual...
- Tomen como norma que, cada vez que les acontezca algún problema, es decir, cuando el maligno los ataque en forma de pensamientos o de un mal sentimiento, y sobre todo cuando esos pensamientos no se vayan, no se limiten sólo a rechazarlo, sino también agreguen una oración, hasta que aparezcan pensamientos y sentimientos completamente opuestos en el alma. Luchen de esta forma, siempre, con el pecado.
En la lucha con los vicios y, en general, si pretendemos que nuestra vida se desarrolle de la forma correcta, así como nos lo pide la ley cristiana y la buena conciencia, San Teófano nos aconseja estar atentos a todo y a no considerar nada como insignificante.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Sfaturi înțelepte, Editura Egumenița, Galați, p. 83)