El maligno quiere engañarnos, imitando a la Iglesia de Dios
No es difícil reconocer la mentira: las naves del maligno no llevan la Cruz en el mástil y en su interior no se encuentran los siete sacramentos.
El demonio, esa antigua serpiente (Apocalipsis 20, 2) que agita el torrente, con el paso del tiempo perfeccionó su maldad: creó sus propias naves y deambula por el mar del diluvio, listo para recoger a aquellos que, afligidos, extienden la mano desde las olas. Aún más, ha logrado arrancar de las puertas del Arca de Dios a muchos servidores de la luz, atrapándolos con el anzuelo del orgullo y poniéndolos al cuidado de esas naves falsas, para que el engaño del rescate sea completo. Pero no es difícil reconocer la mentira: las naves del maligno no llevan la Cruz en el mástil y en su interior no se encuentran los siete sacramentos.
En consecuencia, sabemos perfectamente que la salvación se encuentra solamente en la Iglesia verdadera, que fue fundada por Jesucristo-Dios y es conducida por Él Mismo desde el principio, no desde hace un tiempo. Fuera de la Iglesia de Cristo, Quien cargó con la Cruz, y que es “una, santa, universal y apostólica”, no conocemos otro camino a la salvación.
(Traducido de: Părintele Arsenie Boca, Din învățăturile Părintelui Arsenie Boca – Rostul încercărilor, Editura Credința strămoșească, Petru Vodă – Neamț, 2008, pp. 60-61)