El mejor análisis de nuestro estado espiritual
Imagínate dos columnas: en una pones la ley de Dios y, en la otra, tu propia vida. Ahora, observa bien: ¿se ajusta cada uno de los aspectos de tu vida a la voluntad de Dios?
Como cristianos, tenemos que conocer nítidamente nuestros pecados, uno a uno, enumerándolos minuciosamente ¿Cómo hacerlo? Imagínate dos columnas: en una pones la ley de Dios y, en la otra, tu propia vida. Ahora, observa bien: ¿se ajusta cada uno de los aspectos de tu vida a la voluntad de Dios?
Mira tus acciones y ponlas frente a la ley de Dios, para ver si son legítimas o no. O toma la ley y observa si ha sido cumplida correctamente en cada aspecto de tu vida, o no. Por ejemplo, alguien te ofendió y tú te vengaste: ¿es eso lo que manda la ley cristiana? O viste los pecados de otro y lo condenaste: ¿es eso lo que nos ordena Cristo con Sus mandamientos? O hiciste algo bueno y te envaneciste o te jactaste de tu acción ante los demás: como cristiano que eres, ¿tienes permitido actuar así? La ley de Dios ordena asistir a la iglesia sin indolencia y permanecer en ella con devoción, concentración y oración: ¿has cumplido fielmente con esto? La ley ordena no desear lo que no es tuyo, no enfurecerte, no envidiar, no robar, etc. ¿Te comportas según estos mandamientos?
Así es como debes proceder, comparando en todo la ley con tu vida. Y, para que no se te escape algún detalle en este trabajo tan importante que es examinarse a uno mismo, es bueno que mantengas un orden determinado. Hazte una idea suficientemente clara de todas nuestras obligaciones para con Dios, nuestro semejante y también para con nosotros mismos, y después analiza tu vida, lo más detalladamente posible, a la luz de esos aspectos.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Pregătirea pentru Spovedanie și Sfânta Împărtășanie, Editura Sophia, 2002, p. 80)