¡El mejor camino es siempre el de la reconciliación!
El demonio se empeña en destruir las fortalezas más imponentes, para hacerse con un gran tesoro, pero no hay que dejarlo vencer. ¡Tenemos tantas armas para usarlas en su contra, como el ayuno, la oración y la caridad!
Padre, hay una persona que parece que me odia, y no sé por qué…
—Tienes que saber que el odio puede llegar a ser más fuerte que cualquiera de esos llamados “hechizos”.
El odio es una de las armas más poderosas utilizadas por el maligno. Viene y siembra animadversión entre los esposos y estos dejan de hablarse; se quedan como mudos, hasta parece que un muro invisible los separara. Pero el Señor dice: “que el ocaso no os encuentre enfadados”. Así, hay que hacer todas las postraciones posibles para que ese enfado se desvanezca. El Señor dice: “vivid en amor”, pero el demonio se entromete y retuerce las disposiciones que Dios nos ha dejado.
Cuando uno se equivoque, el otro tiene que decir: “¡Señor, no le tomes en cuenta este pecado!”. Oren el uno por el otro. La Biblia dice que el marido incrédulo se salva por medio de su esposa creyente, y viceversa. Cuando aparezca algún motivo de enfado, que cada uno se vaya a una habitación distinta, para impedir que las cosas vayan a más y así estropear el alborozo del maligno. ¡Dejen de herirse en el alma!
El demonio se empeña en destruir las fortalezas más imponentes, para hacerse con un gran tesoro, pero no hay que dejarlo vencer. ¡Tenemos tantas armas para usarlas en su contra, como el ayuno, la oración y la caridad!
(Traducido de: Părintele Argatu V. Ioan, Răspunsuri duhovnicești la întrebările credincioșilor ale Părintelui Ilarion Argatu, Editura Mila Creștină, 2005, p. 255)