El momento justo para confesarse
¿Es que el sacerdote viene sólo cuando te vas a morir? Él viene con los Sacramentos, y Cristo es la vida del mundo.
Dios nos dio la contrición. Es el segundo Bautismo. Te has confesado, el sacerdote te ha absuelto... no vuelvas a cometer el mismo pecado. Has cumplido con tu canon de penitencia y has quedado purificado. Cuando sientas que has pecado otra vez, acude a tu confesor. Cuando veas que alguno de quienes viven en casa se ha debilitado completamente: tu papá, tu mamá, tu hermana, tu hijo, etc., ¡no llames primero al médico! El doctor es un puñado de tierra como yo. Yo muero hoy, él muere mañana. ¿Has conocido a algún médico de quinientos años de edad? ¿Cómo habría de morir, si tiene sus inyecciones, sus pastillas... y es médico? ¿Cómo podría morirse? ¡Pero, cuando llega ese momento, todos partimos al Señor!
Cuando el hombre se ha debilitado por completo, es incapaz de recordar los pecados que ha cometido. Todo se le olvida, cuando la muerte lo atormenta y la cabeza le da vueltas. Con todo, lo puedes confesar aunque no pueda hablar fluidamente, aunque solamente puede oír. Y si es capaz de oír, el sacerdote le pregunta y él, si ha cometido ese pecado, dice: “Sí”. Si no lo ha cometido, dice: “No”. Pero, si es incapaz de mover la lengua y ha perdido la conciencia, ya no puedes confesarle.
Por eso, no esperes, Dios nos libre, a que el hombre caiga en coma. Recuerdo el caso de una señora, cuyo esposo, viéndose enfermo, le dijo: “No llames al sacerdote, ¡que no me estoy muriendo!”. “¡Pero, Juan, se ve que estás muy débil!”. Pero el otro insistía: “¡No hace falta que traigas al sacerdote!”. Y esa misma noche aquel hombre murió, sin haberse confesado en los últimos veinte años. ¿Ves cómo lo engañó el maligno? ¿Es que el sacerdote viene sólo cuando te vas a morir? Él viene con los Sacramentos, y Cristo es la vida del mundo.
El sacerdote, pues, viene con Su vida, Su resurrección y Su divinidad, para que puedas recuperarte y volver a la salud.
(Traducido de: Ne vorbește Părintele Cleopa - 3, Ed. Mănăstirea Sihăstria, 2004, p. 89)