El monje ante las pruebas
Cuando la Providencia de Dios es la que dispone todo, indudablemente todo lo que ocurra será para bien y de provecho para el alma.
El monje que en verdad ha venido a servir el Señor, debe preparar juiciosamente su alma para las pruebas; así, que no se asombre y que no se perturbe por lo que le ocurra, reconociendo en todo la Providencia de Dios. Porque, cuando la Providencia de Dios es la que dispone todo, indudablemente todo lo que ocurra será para bien y de provecho para el alma.
No olvidemos que todo lo que Dios hace con nosotros es en pos de nuestro propio bien y provecho, sea que nos demuestre Su amor o nos reprenda. Por eso, estamos obligados, como dice el Apóstol, a agradecerle por todas Sus bondades (I Tesalonicenses 5, 18); sin entristecernos y sin perder el coraje por lo que nos pase. Por eso, recibamos siempre con ánimo todo lo que venga a nosotros, con humildad y esperanza en Dios, sabedores de que, como dije, todo lo que hace Dios es por bondad y por amor, y que todo lo hace bien. Y nada de esto sería posible sin la misericordia del Señor.
(Traducido de: Ava Dorotei, Diferite învăţături de suflet folositoare, XIII, 1, în Filocalia, vol. IX, p. 609)