Palabras de espiritualidad

El monje se preocupa por alcanzar su propia salvación y la de todo el mundo

    • Foto: Constantin Comici

      Foto: Constantin Comici

El laico se santifica cuando anhela la vida monacal, en tanto que el monje se condena cuando desea la vida del mundo.

El monje se preocupa por alcanzar su propia salvación y la de todos los vivos y muertos. Para el monje, el verdadero amor espiritual reside en el centro del dolor por la salvación de su alma y la del mundo entero. La dedicada alma del monje contribuye no solamente a la salvación de quienes le rodean, sino incluso a la de sus connacionales. Por eso, en el Asia Menor existía una hermosa tradición, consistente en que cada generación tuviera al menos un monje, para que orara por todos. En Farasa (Capadocia), cuando alguien decidía hacerse monje, todo el pueblo celebraba. “¡Nos ayudará a todos!”, exclamaban con alegría los lugareños.

Claro que el monje nunca dirá: “Voy a salvar el mundo”, sino que orará por la salvación del mundo entero, al igual que por la de su propia alma. Luego, cuando nuestro Buen Dios atienda sus plegarias y ayude al mundo, el monje no dirá: “¡Yo he salvado el mundo!”, sino “¡Dios ha salvado el mundo!”. El monje debe alcanzar un estado tal, que pueda decir: “¡Dios mío, no te fijes en mí, no te apiades de mí, sino de Tu mundo!”. Esto, no porque no necesite la misericordia de Dios, sino debido a su inmenso amor por el mundo.

Padre, ¿hasta qué punto debe renunciar el monje a sí mismo, con tal de ayudar al mundo?

—Hasta el punto en que vea que los demás se benefician de él. Si me dejo completamente en manos de los laicos, terminaré haciéndome un laico. Cuando un monje, por ejemplo, para ayudar al mundo hace cosas que no corresponden al monaquismo, los laicos no obtienen ningún provecho. Un monje puede, por ejemplo, servir perfectamente como taxista: no aceptará que sus clientes le paguen, les hablará de cosas espirituales... ¡pero esto no tiene nada que ver con ser monje! Y luego conoces casos de monjes que tienen un espíritu mundano y laicos que tienen uno monacal... Por eso, a muchos Cristo nos dirá en la otra vida: “¡Quítate tu skema (hábito) y dáselo al otro!”, El laico se santifica cuando anhela la vida monacal, en tanto que el monje se condena cuando desea la vida del mundo.

¿Cómo puede entender todo esto alguien que no tiene un buen cimiento espiritual?

—Aunque no lo entienda, si nota que hay algo anormal, no tendrá paz ni descanso en su interior. En cada cosa que no se adecúe al monaquismo, su alma no encontrará sosiego. Y si su alma no tiene paz, deberá esmerarse en encontrar cuál es el motivo.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești. Volumul II. Trezvie duhovnicească, traducere de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, ediția a II-a, Editura Evanghelismos, București, 2011, pp. 363-365)