El mundo de hoy no puede llenar el corazón del hombre
Hermanos míos, la mente y el corazón han sido consagrados a Dios, y solo Él puede darles plenitud: la plenitud de Su gozosa sabiduría y la plenitud de Su amor fiel.
Un mal que pesa sobre la humanidad de nuestro tiempo es la desesperanza. La humanidad sin alegría es la humanidad lívida de hoy, que ha renunciado a la amistad de Cristo y ha preferido buscar otros amigos. Hay desesperanza entre los más sabios y los más ricos. Hay desesperanza en las mujeres, desesperanza incluso en los niños. Y el sello de la desesperanza es el suicidio.
¿De dónde viene tanta desesperanza, tantos corazones abatidos en la actualidad? De la vacuidad de la mente y la soledad del corazón. La mente ya no piensa en Dios, y el corazón ya no ama a Dios. De ahí proviene todo. El mundo entero no podría colmar la mente humana; solo Dios puede hacerlo. Sin Él, la mente permanece siempre vacía, y todo el saber que cabe en ella cae en el vacío, como piedras arrojadas a un abismo. El amor de todo el mundo tampoco puede llenar el corazón, porque el corazón percibe la inconstancia del amor terrenal: crece y decrece, se seca. Hermanos míos, la mente y el corazón han sido consagrados a Dios, y solo Él puede darles plenitud: la plenitud de Su gozosa sabiduría y la plenitud de Su amor fiel.
(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Prin fereastra teminţei, Editura Predania, pp. 204-205)