El orgullo que llega hasta el cielo, cae hasta el infierno
A todos los pecados nos ha sometido el maligno, para que conozcamos nuestro yugo. Luego, los que se conocen a sí mismos y a su propio estado, esos son los que pueden vencer al demonio que los ha sometido. Así como dicen los Padres: “cuando la humildad desciende hasta los infiernos, entonces se alza al cielo”. De igual forma, el orgullo que llega hasta el cielo, cae en el infierno.
“Nadie más miente, sino esos que me elogian y me felicitan.” Y nadie más dice la verdad, sino quienes me difaman y murmuran en contra mia, a pesar de que no expresen toda la verdad, al desconocer todo lo que hay en mi corazón. Pero si pudieran ver al menos una parte de mis maldades, huirían de mí como si fuera un apestado. Y si todos los demás se conviertieran en lenguas para hablar de mis iniquidades, no serían suficientes para describir mi indignidad. Porque si el justo Job dijo de sí mismo que estaba lleno de deshonra (y cuando dijo “lleno”, es porque quería demostrar que no existía un nivel más grande de vileza), ¿qué podría decir de mí mismo, que soy el abismo de todas las maldades? A todos los pecados nos ha sometido el maligno, para que conozcamos nuestro yugo. Luego, los que se conocen a sí mismos y a su propio estado, esos son los que pueden vencer al demonio que los ha sometido. Así como dicen los Padres: “cuando la humildad desciende hasta los infiernos, entonces se alza al cielo”. De igual forma, el orgullo que llega hasta el cielo, cae en el infierno.
(Traducido de: Sfântul Cuvios Zosima, Învăţături şi scrisori de suflet folositoare, Editura Bunavestire, Bacău, 1997, p. 159)