El pecado es una caída
“El hombre en la opulencia no comprende, a las bestias mudas se asemeja” (Salmos 48, 12, 21). Luego, de hombres nos convertimos en animales, o, aún peor, en demonios. Porque ni siquiera los demonios blasfeman contra Dios ante Él, pero el hombre, con su mente, lo insulta todo el tiempo.
¿Por qué al pecado se le llama “caída”? Porque se suele decir: “alguien cayó en el pecado del adulterio”, o “alguien cayó en el pecado del orgullo”, o en la gula, o en la embriaguez, o en la codicia, o en el odio. Todo pecado se llama “caída”. ¿Por qué? Porque los pecados nos tiran hacia abajo para que no alcancemos a Dios; nos bajan del nivel de hombres y nos vuelven cual animales salvajes. Porque dijo el profeta: “El hombre en la opulencia no comprende, a las bestias mudas se asemeja” (Salmos 48, 12, 21). Luego, de hombres nos convertimos en animales, o, aún peor, en demonios. Porque ni siquiera los demonios blasfeman contra Dios ante Él, pero el hombre, con su mente, lo insulta todo el tiempo.
Luego, tal es la acción del pecado. El pecado nos tira hacia abajo, a lo más profundo del infierno, haciéndonos semejantes a los demonios. Pero el don de Cristo y el del Espíritu Santo nos alzan una y otra vez. Porque dice el profeta: “Si el justo cae siete veces, siete veces se levanta”. El siete representa un número sin número, la eternidad, el infinito. Es decir que el hecho de caer y levantarse es algo que se repite una y otra vez.
Así las cosas, si el hombre cae con toda su vida, no tiene que desesperarse, sino levantarse, alzándose nuevamente con la Gracia del Espíritu Santo, por medio del arrepentimiento sincero. Cuando el hombre se levanta, lo hace gradualmente. No se hace santo de un día para otro, y tampoco se convierte en demonio en un abrir y cerrar de ojos; todo sucede poco a poco.
(Traducido de: Părintele Cleopa Ilie, Îndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie. O sinteză a gândirii Părintelui Cleopa în 1670 de capete, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, pp. 185-186)