El noveno peldaño del pecado es la costumbre o el hábito.

Un buen confesor sabe reconocer en qué nivel de pecado está la persona. Si al preguntarle, “Señor, señora, hermano... ¿Por qué fumas?”, éste le responde, “Padre, ¡se me hizo costumbre el fumar!”, le estará confirmando que se encuentra en el noveno nivel del pecado, que no ha caído una sóla vez. Está diciendo que se ha acostumbrado ya, que anda con la cajetilla en el bolsillo.

-“¿Por qué bebes, hombre?”. “¡Ya me acostumbré, Padre, a las copas, al licor, al vino...!”

-“¿Por qué mientes?”. “Padre, ¡me acostumbré a mentir!”

-"¿Por qué cometes tal pecado carnal?”. “¡Es que ya me acostumbré!”

-“¿Por qué robas?”. “Padre, ¡es un hábito mío!”

Así pues, con tales respuestas se puede identificar en qué nivel se encuentra la persona, es decir, en el noveno. Aquí empiezan los grados más duros del pecado. Porque el noveno es el hábito de pecar.

(Traducido de: Arhimandrit Ilie Cleopa, Ne vorbește Părintele Cleopa. Volumul VI, ediția a II-a, Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători-Neamț, 2004, p. 43)