El peligro de caer en las supersticiones
“¡Qué atroz es la oscuridad de la superstición! Cuando el hombre cae en ella, lo confunde y le ciega la razón en esas cosas que ciertamente necesitarían ser tratadas de forma racional”.
La superstición es el miedo irracional a Dios, es sobrepasar la medida cuyo equilibrio caracteriza a la verdadera piedad [1]. El supersticioso tiene una conciencia miedosa, debido a su deficiente crecimiento espiritual. Por esta razón, le teme a Dios, pero no como es debido. Tiene una idea equivocada sobre las propiedades divinas y piensa de Dios cosas indignas de Él. El supersticioso tiene la mente oscurecida y aturdido el razonamiento. Dice Plutarco, al hablar sobre la superstición: “¡Qué atroz es la oscuridad de la superstición! Cuando el hombre cae en ella, lo confunde y le ciega la razón en esas cosas que ciertamente necesitarían ser tratadas de forma racional” [2].
El supersticioso siente miedo ahí donde no hay nada que temer [3], y se perturba ahí donde tendría que hallar paz. Se imagina que Dios lo examina constantemente y busca protección en talismanes y amuletos que se amarra al cuello. Además, cree fácilmente en cualquier cosa engañosa y acepta sin reticencias las fábulas más absurdas. El supersticioso ve en todas partes el dominio de las fuerzas de la oscuridad, atribuyéndoles un poder más grande que el de Dios. El supersticioso es un esclavo, desde un punto de vista moral, y un necio, desde un punto de vista intelectual. El supersticioso siente que es un perseguido por sus ideas religiosas, porque tiene un alma endeble. El supersticioso es un hombre infeliz que vive una vida infeliz.
(Traducido de: Sfântul Nectarie de la Eghina, Volumul V, Cunoaşte-te pe tine însuţi, seria Opere complete, în curs de publicare la Editura Doxologia)
[1] Sirácides 49, 3; 1 Timoteo 2, 2; 4, 7.
[2] Plutarco, Sobre la superstición. 169B.
[3] Salmos 13, 5.