El pilar de la humildad
El Señor nos guía constantemente hacia la consecución de esta paz, como cuando dice: “Aprended de Mí, que Soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29).
No es casualidad que el Señor estableciera la humildad como fundamento de una vida espiritual feliz: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mateo 5:3). Si queremos obtener el espíritu de paz, mediante el cual podemos ayudar a salvarse a miles de personas a nuestro alrededor, es necesario que comencemos a vivir una vida espiritual cimentada en la humildad.
En esta virtud de los pobres de espíritu radica la paz espiritual de la que hablaba San Serafín de Sarov. El Señor nos guía constantemente hacia la consecución de esta paz, como cuando dice: “Aprended de Mí, que Soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29).
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viaţa duhovnicească a creştinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, Bucureşti, 2010, p. 18)