Palabras de espiritualidad

El placer que asfixia

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

¡Tal es la fuerza de los placeres carnales sobre nuestros débiles corazones! Y el torrente, el vendaval de las distracciones terrenales es lo mismo.

¡Cuídate de la primera copa!”. ¿De dónde viene esa expresión? De la experiencia, que nos demuestra que, después de beber una copa, es difícil abstenerse de la segunda... y entonces viene la embriaguez. ¡Tal es la fuerza de los placeres carnales sobre nuestros débiles corazones! Y el torrente, el vendaval de las distracciones terrenales es lo mismo. Me dices: “¡Pero si yo no quiero perder la cabeza!”. En este momento es fácil decirlo, ¿pero qué pasará más tarde? Supongamos que hay una habitación llena de monóxido de carbono y deseas fervientemente entrar en ella. Y empiezas a buscar la forma de acceder a aquel lugar. Entonces, viene alguien y te dice: “¡No entres, que es peligroso!”. Mas tú le respondes: “¡Pero si yo no quiero asfixiarme!”. ¿Acaso crees que ese gas se apiadará de ti porque no quieres asfixiarte?

Bien, los deleites del mundo son como el monóxido de carbono. Ni siquiera te das cuenta cuando te asfixian... A tu propia madre le preocupe que termines asfixiándote. A mi también me preocupa esto. Te lo digo, precisamente para que mantengas alerta tu atención.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Sfaturi înţelepte, Editura Egumeniţa, Galaţi, p. 50)