El poder del Sacramento de la Comunión
“¡¿Qué está haciendo este loco?! ¡En poco tiempo lo veremos aquí, enfermo de tuberculosis!”.
Es digno de ser recordado algo que ocurrió en 1942, en Ioánina, Grecia. El sacerdote Benedict Petrachis (†1961), al terminar de oficiar la Divina Liturgia en la capilla de la localidad de Cadro, se dirigió al hospital de lugar, para impartirles la Santa Comunión a los enfermos.
En el pabellón de los que sufrían de tuberculosis, uno de los internados, justo después de comulgar, vomitó sobre la sábana. Inmediatamente, el padre Benedicto tomó la cucharilla y, recogiendo con esta los restos que habían caído sobre la cama, los ingirió. Después, pidió que las enfermeras se llevaran la sábana y la quemaran.
Los médicos que presenciaron la escena exclamaron aterrorizados:
—¡¿Qué está haciendo este loco?! ¡En poco tiempo lo veremos aquí, enfermo de tuberculosis!
Pero pasaron las semanas, los meses y los años, y el sacerdote en ningún momento desarrolló dicha enfermedad. La Gracia del Sacramento impidió que le sucediera algo.
(Traducido de: Minuni și descoperiri din timpul Sfintei Liturghii, traducere de Tănase Mihai, Editura Egumenița, Galați, 2009, p. 127)