Palabras de espiritualidad

El providencial auxilio de San Nicolás

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Isabel clamó a San Nicolás, el gran milagroso, pidiéndole que los salvara a ambos.

«El río Veletma corre un lado de la aldea en donde vivía la abuela Isabel. Actualmente, el río ya no es tan hondo y su cauce ha mermado, pero, cuando la abuela era joven, el torrente del río era poderoso y sus orillas, cenagosas.

Un día cualquiera, su hijo de tres años, Vania, se resbaló cuando se hallaba sentado sobre un tronco y cayó al agua, justamente en donde se había formado un vórtice. Viendo esto, Isabel se arrojó al agua para intentar salvar a su pequeño, aunque no sabía nadar. Luego de mucho esfuerzo, logró cogerlo de la mano, pero no conseguía llevarlo a la orilla, porque las violentas aguas lo arrastraban con una persistencia atroz. Entonces, Isabel clamó a San Nicolás, el gran milagroso, pidiéndole que los salvara a ambos. Justo en ese momento se formó una ola, que alzó a madre e hijo y los arrojó a la orilla, sobre un grande y pesado tronco que hacía las veces de puente sobre el cieno.

Aquel chiquillo de entonces, Vania, es mi tío. Debo decir que aún vive, habiendo alcanzado la respetable edad de setenta años».