Palabras de espiritualidad

El que es generoso, un bien le hace a su alma

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El Redentor felicita a los generosos y les asegura Su misericordia, tanto en esta vida, como en la futura.

—¿Cuál es la importancia de la caridad, para la salvación del alma? ¿La caridad sola puede sustituir las demás buenas obras?

—Anteriormente les demostré que la caridad espiritual y física nace del amor por Dios y por el semejante. Si alguien es generoso, sin tener un interés perverso, recibe el amor de Dios y del semejante y, con esto, se cumple toda la Ley, porque, “el amor es el cumplimiento de la ley y la relación de la perfección” (Romanos 13, 8-10; Colosenses 3, 14). “La piedad le agrada más a Dios, que los sacrificios” (Oseas 6, 6; Mateo 9, 13; 12, 7). “El que es generoso ayuda a su propia alma”, dice Salomón (Proverbios 11, 17), “obtendrás vida, justicia y gloria” (Proverbios 21, 21) y es felíz (Proverbios 14, 21). Y nuestro Señor llama felices a los piadosos y les asegura Su misericordia, tanto en esta vida, como en la futura, “Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia” (Mateo 5, 7).

Pero, para salvarse no es suficiente la generosidad. Porque no sólo el mandamiento de la misericordia debe ser cumplido, sino también todas las demás buenas obras y mandamientos de Dios. El Santo Apóstol Santiago dice, “El que cumpla con toda la ley, pero falte a un sólo mandamiento, culpable es de vulnerar todos los demás mandamientos. Pues el que dijo: No cometerás adulterio, dijo también: No matarás. Si, pues, no cometes adulterio, pero matas, ya has violado la Ley. ” (Santiago 2, 11). El que dijo “sean compasivos” (Lucas 6, 36), dijo también, “No juzguen, para no ser juzgados, no condenen, para no ser condenados, perdonen y se les perdonará” (Lucas 6, 37). Y fue también el mismo que llamó felices a los compasivos, a los pobres de espíritu, a los mansos. a los hambrientos, a los sedientos de justicia, a los puros de corazón, a los que hacen la paz y a los que son perseguidos por razón de la justicia (Mateo 5, 3-12).

Entonces, debemos entender claramente que el que desee salvarse, debe cumplir no sólo con el mandamiento de la compasión, sino que también debe esforzarse, de acuerdo a sus posibilidades, en cumplir con todas las buenas obras y los mandamientos del Señor.

(Traducido de: Arhimandrit Ilie Cleopa, Ne vorbește Părintele Cleopa, ediția a 2-a, vol. 5, Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători-Neamț, 2004, pp. 122-123)



 

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