La oración es toda una labor: el que ora es, en verdad, como un obrero. Y cada tarea, cada labor, requiere esfuerzo: un idioma extranjero se aprende hablándolo, la oración se aprende orando. Ni se te ocurra pensar que podrás encontrar eso que buscas, si antes no te ocupas de la oración. La oración es el cimiento y el principio del anhelo de Dios.

La oración enciende la primera chispa; además, te envía los primeros vestigios de lo que buscas,  y mantiene encendido en tu interior el deseo de seguir avanzando.

(Traducido de: Tito Colliander, Calea Asceților, tradusă de părintele Dan Bădulescu, Editura Scara, București, 2002, p. 43)