El que sufre necesita que lo acompañes en su aflicción
Con una sola palabra podemos salvar a una persona, o dejarla completamente indiferente con un discurso entero.
El que sufre necesita que lo acompañes en su aflicción y que desciendas con él a lo profundo de su dolor, sin intentar convencerlo de la inexistencia de ese sufrimiento o del mal que se provoca a sí mismo lamentándose. Lo que debes hacer es dejar que la Gracia y la esperiencia interior obren.
Con una sola palabra podemos salvar a una persona, o dejarla completamente indiferente con un discurso entero.
Si el alma de tu prójimo sufre, llora por él, pensando: “No tengo palabras, no tengo los conocimientos necesarios... pero tengo suficiente ternura y calor para compartir”. Si dejas de buscar fórmulas complicadas para expresarte, si simplemente te dejas llevar por tu compasión y ternura, con certeza alcanzarás tu objetivo.
(Traducido de: Mitropolit Antonie de Suroj, Viața, boala, moartea, Editura Sfântul Siluan 2010, p.69-71)