El reloj despertador de la salvación
Cuando el hombre escucha el reloj de la salvación, abre la puerta de su corazón al Espíritu Santo. Y aún en medio de la oscuridad que pueda haber allí, penetran los rayos del Espíritu Santo.
El despertar de los pecadores puede compararse al de uno que duerme. Hay quienes se despiertan al ser llamados entre murmullos o al más leve golpeo en la puerta. Hay otros que se despiertan al zumbido de un reloj despertador. Mientras que hay quienes deben ser sacudidos con las manos, gritándoles “¡Levántate, hombre!”
Existe quien se despierta del sueño del pecado al oir el dulce llamado a la salvación. Existe quien oye inmediatamente el llamado de Aquel que toca a la puerta de su corazón, diciendo, “He aquí estoy a la puerta y llamo” (Apocalipsis 3, 20).
Cuando el hombre escucha el reloj de la salvación, abre la puerta de su corazón al Espíritu Santo. Y aún en medio de la oscuridad que pueda haber allí, penetran los rayos del Espíritu Santo. La luz entra y huye la oscuridad, porque la luz y la oscuridad no pueden estar juntas. Asustado huye el demonio, con toda su maldad, cuando en el corazón del pecador entra el Espíritu de Dios.
(Traducido de: Preot Iosif Trifa, Oglinda inimii omului, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 2009, pp. 33-34)