El Sacramento de la Confesión nos libera, por la acción de la Gracia
Aunque muchos tienen problemas originados en sus propios pecados, no buscan un padre espiritual para que los ayude en verdad, sino que terminan confesándose con un psicólogo.
Los cristianos se han ido alejando del Sacramento de la Confesión, por eso se ahogan entre sus propios pensamientos y pasiones. ¡Cuántos se me acercan, pidiendo ayuda para tal o cual problema, pero rehusando confesarse o volver a ir la iglesia!
“—¿Asistes a la iglesia?”, les pregunto.
“—No”, me responden.
“—¿Te has confesado alguna vez?”.
“—No. Pero he venido a que me ayude.”
“—Espera. ¿Cómo así? Debes arrepentirte de tus pecados, confesarte, asistir a la iglesia, comulgar cuando tu padre espiritual te lo permita... y yo oraré para que todo se arregle. ¿Se te ha olvidado que hay otra vida y que debemos prepararnos para ella?".
“—Escuche, padre. Todo lo que dice sobre asistir a la iglesia, la vida eterna, etc., a mí no me preocupa. Esos son cuentos. Otras veces he acudido a brujos y médiums, pero no me han podido ayudar. Pero alguien me dijo que Usted podría echarme una mano”.
“—Si así están las cosas, ¡resuélvelo todo tú solo!”.
Viene a buscarte y tú le hablas de confesarse, de preocuparse por la salvación... y te responde que “son cuentos”. Pero, eso sí, con la otra mano te pide: “Ayúdeme, que no puedo seguir tomando tantas pastillas”. ¿Cómo quieres que te ayude? ¿Crees que todo se arreglará como por arte de magia?
Y aunque muchos tienen problemas originados en sus propios pecados, no buscan un padre espiritual para que los ayude en verdad, sino que terminan confesándose con un psicólogo. Le cuentan todo su historial, le piden consejo para resolver sus penas, y si aquel les pide que atraviesen un río, lo hacen, sin importarles que puedan ahogarse. Y si salen de ese río... ¿en dónde salen? En tanto que, si acudieran a confesarse con un padre espiritual, en vez de arrojarse a las aguas del río, lo atravesarían utilizando un puente, sin mayor esfuerzo, porque en el Sacramento de la Confesión obra la Gracia de Dios.
Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Nevoință duhovnicească în col. Cuvinte duhovnicești III, Editura Evanghelismos, București, 2003, p. 263-264