Los novios, después de haber vencido las pasiones naturales del ser, se acercan al Santo Altar, asemejándose a dos reyes que vienen a ser coronados por Dios y la Iglesia. Por eso se les corona frente al Altar, con el Evangelio y la Santa Cruz delante de ellos. Por eso, tanto sus vestimentas blancas, acendradas, como las flores, las candelas blancas, las coronas, los cantos y la ceremonia en sí, dan un carácter de fiesta y alegría al inmaculado enlace de los dos jóvenes creyentes, puros y vencedores de las tentaciones de la juventud.

El pan dulce, humedecido en el vino, del cual gustan los novios, simboliza la vida de familia, que mezcla siempre lo dulce con lo amargo, las alegrías con las penas. Por otro lado, los caramelos y el pan que se ofrece —en algunas regiones— a quienes participan de las nupcias, simbolizan la solidaridad de todos los fieles para con los jóvenes recién casados, a quienes están llamados a ayudar y acompañar en todas las circunstancias y tentaciones de su vida familiar.

He aquí, entonces, el significado espiritual del Sacramento del Matrimonio, con todos sus símbolos, para los cristianos ortodoxos.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie Bălan, Călăuză ortodoxă în familie și societate, Editura Mitropoliei Moldovei și Bucovinei, Iași, 1993, p. 41)