El sacrificio que agrada a Dios
Tan excelsa y poderosa es la humildad, que puede aplacar inmediatamente la ira de Dios, llevándolo a perdonar todas nuestras faltas.
De acuerdo con San Simeón el Nuevo Teólogo, la humildad es el único sacrificio que Dios no rechaza, “sabiendo que el hombre no tiene nada propio que pueda presentar como ofrenda”.
“Con este sacrificio se han salvado, se salvan y se salvarán todos los reyes, los soberanos, los nobles, los ingenuos, los sabios, los incultos, los ricos, los pobres, los malhechores, los avaros, los adúlteros, los asesinos y toda clase de pecadores”.
Tan excelsa y poderosa es la humildad, que puede aplacar inmediatamente la ira de Dios, llevándolo a perdonar todas nuestras faltas.
(Traducido de: Arhimandritul Serafim Alexiev, Viața duhovnicească a creștinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, București, 2010, p. 206)