El Salterio como arma indispensable del cristiano
No olvidemos que la lectura de los salmos es el cuerpo de la oración, en tanto que la comprensión profunda de los salmos es el alma de la oración. Y un cuerpo sin alma está muerto.
Cada vez son menos los fieles, laicos y monjes, que leen el Salterio. ¿Cuál es el provecho de la lectura regular de los Salmos?
—Nuestros padres leían diariamente el Salterio, como una oración permanente. Algunos incluso se lo sabían de memoria y lo repetían en voz baja cuando realizaban sus trabajos de obediencia o al caminar en la calle. En el caso de los laicos, son pocos los que se saben al menos los versículos del salmo 50. Es triste que desconozcamos el poder del Salterio, la belleza espiritual de cada uno de los salmos. Hace algún tiempo, había muchos que los cantaban, imitando a los santos ángeles. Pero no olvidemos que la lectura de los salmos es el cuerpo de la oración, en tanto que la comprensión profunda de los salmos es el alma de la oración. Y un cuerpo sin alma está muerto. ¿Qué quiero decir con esto? Que leer los salmos, pero sin estar atentos a lo que hacemos, es algo que no nos ofrece ningún beneficio espiritual.
Algunos fieles dicen que no leen el Salterio, por temor a que el demonio los ataque con muchas tentaciones. ¿Por qué los demonios le temen a la recitación de los salmos por parte del creyente?
—Porque quien ora con los salmos, arde a los demonios como con una espada de fuego. ¡Qué gran poder tiene el Salterio sobre los espíritus impuros! Con el Salterio, los padres de la antigüedad hacían milagros y echaban demonios. ¿Qué puedo decir de aquellos que no leen los Salmos por temor a las tentaciones? Que son unos cristianos miedosos, que quieren salir a luchar contra los espíritus del mal, pero sin armas. Luego, si no nos equipamos como debemos, el demonio nos desarma en el acto y nos toma como prisioneros, es decir que nos hace siervos de los pecados, para que seamos condenados. El Salterio unido con el ayuno y la humildad son las armas más poderosas en contra de los demonios. Estas eran las armas que los santos usaban para echar demonios y hacer que los ángeles descendieran a la tierra. Porque el que lee los Salmos imita a los ángeles y canta con ellos.
(Traducido de: Arhimandritul Ioanichie Bălan, Părintele Paisie Duhovnicul, Editura Trinitas, Iași, 2003, pp. 24-25)