Palabras de espiritualidad

El Señor te ve...

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Haz tus oraciones frente al ícono del Redentor, como si estuvieras realmente frente a Él. El amigo de la humanidad está presente en esa representación, por medio de Su gracia; los ojos pintados en el ícono te ven verdaderamente, “Los ojos del Señor están en todas partes” (Proverbios 15, 3); las orejas representadas en el ícono te escuchan en realidad. Recuérdate que esos ojos son los ojos de Dios y esas orejas son también las de Dios, el omnipresente.

Miras el ícono del Redentor y observas cómo Él te ve con sus ojos llenos de luz.

Esta es la imagen de la mirada que Él tiende ciertamente sobte tí, con esos ojos Suyos tan llenos de una luz más fuerte que el sol. Él, que puede ver los pensamientos de cada quién y escuchar las preocupaciones y suspiros de tu corazón.

El ícono es una imagen: representa, con trazos y símbolos, lo que no puede ser representado, lo que no puede ser simbolizado, lo que no puede ser entendido sino es por la fe. Cree, en consecuencia, que el Señor te ve todo el tiempo, que ve cada uno con sus propios pensamientos, sufrimientos, deseos y circunstancias, como si se tratara la palma de una mano..

Mira cómo te tengo grabada en la palma de mis manos. y nunca dejé de pensar en tus murallas” (Isaías 49, 16). ¡Cuánto consuelo, cuánta promesa de vida en estas palabras del Dios Todopoderoso,! En consecuencia, haz tus oraciones frente al ícono del Redentor, como si estuvieras realmente frente a Él. El amigo de la humanidad está presente en esa representación, por medio de Su gracia; los ojos pintados en el ícono te ven verdaderamente, “Los ojos del Señor están en todas partes” (Proverbios 15, 3); las orejas representadas en el ícono te escuchan en realidad. Recuérdate que esos ojos son los ojos de Dios y esas orejas son también las de Dios, el omnipresente.

(Traducido de: Sfântul Ioan din Kronstadt, Viaţa mea întru Hristos, traducere de diac. Dumitru Dura, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 1995, p. 36-37.)



 

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